En el mes de abril del
presente año en la Residencia Casaquinta ha comenzado a llevarse acabo un
programa de tratamiento basado en la terapia asistida con perros (TAP) tras un
acuerdo de colaboración con la Técnico
Marisol Merino Vilches. Este proyecto está siendo coordinado por el
Departamento de Terapia Ocupacional del centro.
La terapia asistida con
animales es una modalidad de tratamiento terapéutico en que un animal que
cumple determinados criterios forma parte integral del proceso. En la
actualidad, el uso de animales con fines terapéuticos es cada vez más frecuente
a medida que se van realizando estudios para constatar los numerosos efectos
beneficiosos del vínculo entre el ser humano y los animales. A diferencia de
las personas – con quienes nuestras interacciones pueden ser complejas e
impredecibles – los animales proporcionan una fuente de sosiego y un foco de
atención. Hacen que nos sintamos seguros y aceptados incondicionalmente.
Para los grupos de personas dependientes que se sienten vulnerables a causa de
sus circunstancias o de sus condiciones físicas y/o emocionales, esta
aceptación plena es clave. ¡Los animales no juzgan!

Existen diferentes
estudios que avalan y constatan los numerosos beneficios de la terapia asistida
con animales, entre otros:
- El
acariciar a un animal es eficaz para aliviar el estrés y bajar la presión
sanguínea, reduce notablemente el riesgo a padecer enfermedades coronarias
(Graham, 1999; Fine, 2206).
- En
el caso de personas desorientadas – por ejemplo, personas que padecen la
enfermedad de Alzheimer – los perros sirven como elemento de contacto con la
realidad (Davis, 2002).
- Se
produce una mayor estimulación mental como consecuencia de las oportunidades
que los animales proporcionan para comunicar con otras personas evocando
recuerdos del pasado. En situaciones tristes, la presencia de un animal sirve
para alegrar el ambiente, aumentar la diversión, la risa y el juego. Estas
distracciones positivas pueden ayudar a disminuir las sensaciones de
aislamiento (Tucker, 2004).
- Cuando
hay un perro presente se produce una mayor colaboración entre los usuarios y el
personal de las instituciones, se fomenta el contacto social, sirven de tema de
conversación y facilitan las relaciones interpersonales, generando un ambiente
positivo para los usuarios (Davis, 2002).
- Los
perros de terapia ayudan a superar la depresión y, además en personas
institucionalizadas, sirven para combatir la monotonía (Davis, 2002).
- Los
individuos que padecen enfermedades mentales o baja autoestima tienden a
centrarse en sí mismos. Las interacciones con perros les pueden ayudar a
centrarse más en su entorno (Tucker, 2004).
El programa llevado a cabo
en la Residencia Casaquinta se está realizando con dos grupos de residentes,
cada unos de los cuales recibe una sesión semanal de una hora de duración hasta
completar un total de doce sesiones. Cada grupo se compone de ocho residentes
seleccionados en función de dos criterios fundamentales: por un lado la
afectividad hacia los perros, puesto que si la persona tiene miedo, rechazo o
indiferencia hacia el animal no es posible conseguir ningún objetivo
terapéutico; y por otro lado la existencia de áreas deficitarias que puedan ser
susceptibles de ser trabajadas mediante la TAP.
A través de las distintas
sesiones de TAP se fomenta la mejoría del funcionamiento físico, social,
emocional y/o cognitivo de los residentes, que contribuyen a favorecer sus conductas
adaptativas y relacionales. De forma concreta, mediante los distintos ejercicios
de interacción con el perro se trabajan los siguientes aspectos:
- componentes motores:
con los ejercicios de paseo, caricias, entrenamiento, etc. se consigue trabajar
la motricidad (fina y gruesa), coordinación (óculo-manual, bimanual y general),
equilibrio (estático y dinámico), reacciones posturales y propioceptivas, y
otros aspectos relativos al control motor como adecuación de la fuerza y
velocidad del movimiento.
- componentes cognitivos:
mediante el contenido de la propia sesión a través de secuencias de órdenes,
instrucciones de participación, temas tratados de forma oral, etc. es posible
favorecer diferentes funciones cognitivas como la atención (principalmente
focalizada, sostenida y selectiva), lenguaje expresivo (tanto verbal como no
verbal), comprensión oral, memoria (memoria inmediata, a corto plazo y a largo
plazo, y en particular la memoria anterógrada –capacidad para formar nuevos
recuerdos-), etc.
- aspectos emocionales:
este tipo de terapia contribuye a disminuir la ansiedad y favorecer respuestas
emocionales positivas como aumento de la afectividad mediante el
establecimiento del vínculo con el perro, de la expresividad facial y corporal
de sentimientos y sensaciones, etc.
- aspectos relacionales:
se trabajan habilidades sociales como es la colaboración y participación en
grupo, el respeto de turnos y normas, la tolerancia a la frustración, etc.
- Durante cada sesión las
terapeutas ocupacionales realizan un seguimiento y registro documentado para evaluar
la respuesta de cada uno de los residentes y comunicar a la técnico en TAP
cualquier modificación necesaria para lograr la consecución de los objetivos
terapéuticos planteados.
Hasta el momento el
proyecto está dando muestras de una importante efectividad pues ya se
evidencian beneficios en ambos grupos. En el grupo formado por residentes con
deterioro cognitivo moderado se ha observado un aumento considerable de la
capacidad atencional durante toda la sesión, un incremento significativo del
lenguaje espontáneo, de la movilidad activa, de la respuesta a estímulos, etc.
En cuanto al grupo formado por residentes que presentan mayores problemas a
nivel emocional/conductual se ha observado una disminución del aislamiento y
del embotamiento afectivo, elevación del estado de ánimo y autoestima, una mejor
expresividad de sentimientos, el desarrollo de habilidades sociales y
relacionales tales como el respeto, la tolerancia y el trabajo en grupo, así
como una mayor motivación hacia las terapias y adhesión al tratamiento.